
Es difícil soltar aquello que somos. O más bien, que creemos que somos. Aquello que nos ha dado seguridad, estructura, identificación. Llamase a eso un hábito o una persona….
Las experiencias que nos requieren aquello que “no somos” son saltos al vacío internos. Donde uno arriesga y no sabe si hay algo allí. Algo….que sostenga. Que sujete. Algo con lo que volvernos a agarrar a: “que merezca la pena” …. Otra trampa.
Lo que no sabemos es que los saltos al vacío son necesarios en sí mismos para aquellos que “buscamos” crecimiento.
Sabemos que la comodidad nos gusta tanto como nos asusta. Sólo habitándonos en nuestras resistencias, sólo cuando miramos al otro honestamente y reconocemos donde estamos en cada instante, solo ahí, es posible amar de verdad.
Solo cuando nos miramos honestamente y reconocemos donde estamos en cada instante, solo ahí es posible amarnos de verdad.
Procesos de vida, de muerte, de vida….
El yoga nos invita como cada respiración a dejar morir creencias pasadas, fuertes identificaciones, grandes apegos.
Inhalo vivo…
Exhalo muero…
El yoga no va de creencias va de experiencias.
Quien reconoce esos procesos de muerte, sabe vivir😉